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El privilegio de querer

Sin temor a equivocarme, el privilegio de querer es una enorme bendición que un ser humano puede tener en su vida.

Querer así sin más, derrochando cariño a manosllenas con todos los sentidos y fuerza que el corazón y la ener-gía de amor pueden brindar.
Y si el querer es un privilegio, el que a ti te quieran y sea correspondido el vínculo, crea una franja infinita de felicidad y de posibilidades de nutrir una relación única y consolidada de flujo energético de cariño.
Por supuesto que la punta de lanza de este cariño empieza con nosotros mismos; ya que si yo me quiero así tal cual soy y además abrazo mis dones, mis virtudes, talentos, desafíos, áreas de oportunidad y aspectos por superar; estoy en mayor capacidad de querer a todos mis cercanos con una fuerza descomunal y generar en ellos verdaderas fuentes inagotables de cariño y energía amorosa.
Quererme a mí primero, garantiza mis afectos y cariños como tales y asegura que la fuerza expansiva del cariño se potencialice.

Eso de querer se vuelve de lo más fácil cuando hay com-promiso y múltiples aspectos tales como la sincronía, la corresponsabilidad, la admiración por el otro, el reflejo de lo que más nos atrae, la prudencia para salvar los obstáculos hablando de frente sobre lo que no nos gusta del otro; la labor de coincidencia con todo lo que si nos gusta y celebramos; la importancia de la coincidencia; reconocer las diferencias y abrazarlas con cariño; en fin, conocer y darse cuenta de todas las aristas que conforman al ser humano que queremos a nuestro lado por siempre y para siempre; sea de nuestro círculo de trabajo, de la escuela, de amigos y familiares de nuestros amigos, sea de nuestros entornos virtuales, sea de nuestras coincidencias de vida, en fin, el privilegio de querer se agolpa en nuestro ADN y en nuestro corazón y sin duda, cuando es sincero y único es permanente.

Seguro que al estar leyendo este texto, recordaste a todos tus quereres de la primera, segunda y tercera línea de amor y reconoces con sólo pensarlos quiénes tienen reciprocidad en tu amor y forman parte de tu embudo cariñoso que al dilatarse se desborda en tus personas especiales; las del privilegio de querer con mayúsculas; aquéllos que son tus cómplices de vida y aventuras y te van guiando en el sendero del cariño y la amistad desinteresada y real o del amor de familia único e irremplazable.

Si al terminar de leer este texto te quedaste con una sonrisa pensando en la bondad del privilegio de querer y se te cruzaron por la mente varios nombres de tus cercanos en la línea de este cariño, eres bendecido y te felicito; si por el contrario, no visualizaste muchos nombres, aún estás a tiempo de empezar el camino del cariño, primero contigo y después con tu entorno.

Date la oportunidad de conectar con
sinceridad con este fantástico
privilegio del querer.