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Ernesto Peña, el locutor detrás de Primer acto

¿Quién es Ernesto Peña? “El Rey de la Montaña”, coreback estrella de los Borregos, cantante, locutor de radio, publicista…

«Hablar de “El Rey de la Montaña” es algo interesante. La raíz de esa identidad juvenil fue  mi intolerancia al abuso y el maltrato escolar de unos contra otros, que hoy llamamos “bullying” y que desde mi infancia era muy frecuente y doloroso. Así es que al llegar al Tec y encontrar la persistencia de esas conductas, me constituí en una especie de “justiciero serial”, y en gran medida lo sigo siendo: trato de hacer justicia en serie, cada vez que en la vida cotidiana me encuentro en alguna situación en la que alguien en posición de ventaja abusa de otro en posición de indefensión. Es un código de conducta.

Probablemente obedece a que hasta los siete años fui un chavo extremadamente benigno, me entendí excesivamente inclinado hacia la buena fe, pero es peligroso ser demasiado bueno. Lo aprendí muy pronto. Era un niño muy bueno para la escuela. Me pusieron en un año superior y estaba con gente mayor en las clases; entonces era objeto de bullying, primero porque era el más pequeño de las clases, era regordete y tenía la cualidad de participar, porque nunca he querido quedarme atrás. Yo quiero ser protagonista

Por no se que razón he aspirado siempre a ser protagonista, no quiero ser espectador; entonces era yo el blanco perfecto. Me decían “El Gordo” y entendí esa era una realidad que no me gustaba, que tenía que transformar. Entonces, reflexionando, entendí que si de verdad quería cambiar, tenía que comenzar por concentrarme en mis propios hábitos: me puse a dieta a los ocho años. Me metieron a jugar fútbol americano, sin pensar que este deporte me iba encantar porque era la vía ideal para ser un hombre delgado y atlético.

Para los once años ya sentía mayor confianza y hablaba con más seguridad con mis compañeras de clase -me encantaban!-. Había una niña mayor que yo, Amparo Sala; nos hicimos buenos amigos y me gustaba. Yo le ayudaba frecuentemente a estudiar matemáticas, era particularmente bueno en esa materia. El día de la graduación me sentía como ninguno: soy el primero de la clase, ayudé a Amparo a pasar matemáticas, soy delgado y juego americano.

Terminada la ceremonia de graduación, platicando con Amparo, de manera inesperada me dijo: “Ernesto, yo creo que tú eres metafísico”-inevitablemente pensé que finalmente había logrado ser valorado, probablemente incluso ser querido-; entonces pregunté: “¿Porqué lo dices?”-a lo que contestó sin titubeo- “¿Te has visto al espejo? No tienes nada de físico”, respondió.

La expresión dolió, pero cambió mi vida. Ese día comprendí que si de verdad quería aspirar a significar algo en cualquier campo de actividad, tenía que comenzar por tratar de ser la mejor versión posible de mi propia persona. Me puse a estudiar más que nunca, a entrenar con mayor disciplina, a exigirme más en cualquier cosa que hacía. Nada me gustaba más en ese momento que el futbol americano.

Las lecciones de autodisciplina, determinación, autoconfianza, trabajo en equipo, comprensión de casos críticos y estrategia que aprendes jugando ese magnífico deporte, son tan grandes que se aplican a cualquier cosa que hagas en la vida.

Así fue que cumpliendo 15 años, con el irremediable, insustituible cariño y apoyo de mi familia, pude ir a estudiar a los EUA, con el objetivo de jugar foot ball al más alto nivel posible. Crecí jugando el juego. Y busqué con todos los elementos a mi alcance hacerme un lugar en una universidad de élite, hasta que me vi obligado a suspender de manera imprevista para regresar a la Ciudad de México, el temblor de 1985 y la crack bursátil del 87, modificaron todos los planes. Instalado en México, estudié en el Tec de Monterrey, de donde sólo guardo buenos recuerdos. Es una magnífica institución de educación superior. Mis años de universidad, sin embargo, no fueron simples y pacíficos como a veces quisiéramos que fueran las cosas.

Habiendo estado obligado a dejar ir el sueño de ser estrella de la NFL algún día, abracé entonces la no menos compleja ilusión de ser estrella de Rock; entonces busqué una carrera afín al arte y me decidí por mercadotecnia. Integré muy pronto una banda de Rock y concentré mi actividad en tres tareas clave: estudiar, crear música, y jugar en “Borregos”, el equipo de football americano del Tec. Fueron años fantásticos. La banda inicial se llamaba Mala Conducta. Componía mis propias canciones. Tocábamos en el circuito de bares de la zona de Satélite y muy pronto en los circuitos de las principales ciudades del país».

 

 

 

¿Cómo llega la radio a tu vida?

«La radio fue un accidente. Nunca pensé en hacer radio, pero las oportunidades hay que tomarlas cuando se presentan. Un día tocando, no recuerdo si en un bar de Guadalajara o Monterrey, me vio gente de la agencia de publicidad que llevaba brandy Presidente y me comentaron que estaban por lanzar la campaña “A mi manera, brandy Presidente” y que yo tenía toda la actitud para hacer el jingle, que si podía hacerles un track. Y así lo hice. Ese fue mi primer gran hit.

El día que presentamos la campaña conocí Raúl del Campo Jr., que era el director de producción de Televisa Radio. Nos caímos bien. Esa misma noche me llamó a su mesa y después de invitarme una cerveza, me dijo: “Yo no sé si tú vas a ser estrella de rock, pero hablas muy bien y podrías ser una estrella de radio. Ven a verme a mi oficina, porque vamos a lanzar una estación nueva en Televisa Radio y tú podrías ser el conductor”. El proyecto al que me integré bajo su respaldo fue “Stereo 102”, una estación musical entonces nueva (hoy se llama “Las 40 Principales”); yo todavía siendo estudiante, jugador de los Borregos y cantante de Mala Conducta. Fue así como me levantaba a las cuatro de la mañana para poder ir a la estación y conducir el programa de las 6:00 a las 8:00 AM; para de ahí salir corriendo a la universidad, donde tenía clase a las 9:00 AM.

Yo no sabía programar música ni mucho menos. Arturo Forzán, que se volvió un gran amigo, era el que programaba y dirigía. En el camino, yo iba pensando sobre lo que hablaría en el programa. Hablaba -entre canción y canción- de política, economía o de las cosas que veía en la escuela, de mi concepción del universo, de la planta florecida en mi jardín, y de todo lo que realmente me parecía importante no pasar por alto. Todo lo decía sin imaginar que mi programa de radio se volvería un éxito».

¿Qué representó Stereo 102 y Pulsar?

«Como lo dije, la radio fue accidental, pero estando en Stereo 102 me gradué y fui pronto contratado como coordinador de mercadotecnia en la división de viajes de American Express. Al año de esa primera actividad corporativa, fui invitado a cursar una maestría en Negocios Internacionales en Fráncfort; lo que desde luego tomé, dejando pendiente mi

proyecto de hacer música.

A mi regreso, dos años después, comencé a trabajar en Coca-Cola -qué compañía más fascinante!- y a las pocas semanas me habló mi amigo Arturo Forzán para invitarme a un proyecto que estaba comenzando con la familia Fernández, entonces dueños de Grupo Imagen. Así entré a Pulsar 90.5 FM, una estación juvenil, y retomé mi programa. Nuevamente se volvió un hit».

 

 

¿Por qué tuviste que hacer a un lado tu sueño de la música?

«No lo hice a un lado. Yo quería tocar y, viendo el éxito que tenía mi programa, le pedí a Arturo Forzán que me contactara con las disqueras, comprendiendo que el consumo de música y el proceso de mercadotecnia comienzan en la radio. La radio es el medio de distribución para que los chavos conozcan la música nueva y es por eso que se hacen populares. No había redes sociales ni streaming en esa época: las estrellas de la música se hacían en la radio.

Arturo me contactó con Sony Music y se metió de lleno en el proyecto, así que hacia 1997 lanzamos un disco que funcionó padrísimo. Un éxito. En ese momento tenía una triple vida: trabajaba en Coca, estaba en Pulsar y tenía mi proyecto musical, pero ya tenía más de 25 años y una valiosa vida ejecutiva, que me abría la oportunidad de colaborar en Coca-Cola como director de mercadotecnia.

Fueron años de enorme exigencia y reto. Recuerdo con mucho cariño a don Alfredo Martínez Urdal, entonces Presidente Ejecutivo del Grupo. Un día me dijo con severidad: “Sé bien que nunca estás satisfecho. Probablemente esa es tu mayor fortaleza. Pero debes saber entender que hay momentos en la vida en que tienes que decidirte por un camino u otro. No puedes hacer todo simultáneamente”. Entonces yo, reflexionando con toda la seriedad posible, aunque lo que más me gustaba era hacer música, pensé: “Ya dejé ir mi primer sueño (que era ser jugador de la NFL), tengo 27 años, soy ejecutivo exitoso en Coca-Cola y creo que es muy arriesgado y poco probable alcanzar y sostener los niveles de popularidad de estrellas como Luis Miguel. La estadística no miente.” Entonces decidí continuar mi vida ejecutiva y mi formación corporativa en Coca-Cola; son disyuntivas. Hoy me parece que hice lo correcto. La música me sigue gustando, compongo cosas y toco mi guitarra. Eso no se quita nunca».

¿Qué buscas transmitir con la frase “Despierta México”?

«Despertar quiere decir hacer consciencia, estar consciente de lo que uno hace y hacerse responsable de lo que uno hace. Se refiere estrictamente a una cosa: hay que poner atención a lo que hacemos; no hacer nada distraídamente. La atención te coloca en un nivel de conciencia superior, que te permite hablar con ritmo, caminar con ritmo, atender tus responsabilidades con seriedad y compromiso.

Si una persona se conduce con atención, no puede actuar brutalmente ni pasarse de lista. La atención la veo como una cualidad moral, probablemente la más importante de todas. Atención significa tener consciencia de lo que haces, enfocarte y contribuir en lo que sea posible».

 

¿A quiénes admiras en otros ámbitos?

«Admiro a muchos; a Ronald Reagan. Me encanta la historia de Reagan. Admiro a Jorge Luis Borges; y conste que lo argentino no es una preferencia, pero Messi y Borges me gustan de lo argentino. Admiro a Nietzsche y su concepto de superhombre; creo que no tiene nada de nazista. Admiro lo que hizo el presidente Zedillo en México; desde que tengo memoria es el mejor presidente que he visto: un hombre de Estado, un hombre inteligente, un técnico fantástico de la economía; resolver el enorme problema del “Error de Diciembre” fue impresionante. Yo creo que no se le reconoce».

¿Cómo crees que ha evolucionado la radio en México?

«Ha evolucionado mucho por la tecnología. La radio es un sistema de distribución de información y contenido a través de la voz. Nada es más importante que la palabra. Es fascinante.

Actualmente la tecnología la ha transformado porque hay sistemas de distribución más amplios; la tecnología basada en Internet te permite distribuir la palabra, pero además agrega la posibilidad de transmitir imágenes. La radio no se rezaga: se complementa con el audio y video o lo que conocemos como podcast, que son pequeños fragmentos de ideas sueltas que complementan los contenidos en vivo y permiten su consumo on-demand».

¿Por qué “primer acto”?

«Yo creo que este es un gran teatro en el que estamos metidos. Las obras de teatro tienen tres actos. La mañana es el primer acto y empieza la obra. Me pongo a pensar en Oscar Wilde, en Alexander Hamilton. Qué obra tan increíble. El primer acto es el arranque, es la primera expresión y es también la mañana. El primer acto debe ser ese. Para empezar el día hay que informarnos primero, para armar el segundo acto y cerrar con un gran final».

¿Sabes de cuántos actos estará compuesta esta gran obra?

«Hoy sé menos que nunca. No sé adónde va a llegar; puede terminar mañana o pasado o en 16 años. Yo aquí estoy. Yo lo quiero hacer todos los días. Yo quiero platicar».

Siendo un hombre tan elocuente, y tomando como referencia el título de tu canción Ve por tu sueño, ¿qué mensaje darías a las personas que por miedo no se arriesgan a seguir con sus metas y sueños?

«Lo que les digo siempre y lo reitero ahora, y lo tengo tatuado en mi brazo, el lema de vida de Giordano Bruno: “Memento Audere Semper”. Entonces les diría “Memento Audere Semper”: “Acuérdate de Atreverte Siempre”.

¿Qué actitud busca reflejar Ernesto?

«Quiero ser auténtico. No quiero reflejar una actitud u otra. Ser capaz de ser auténticamente lo que me da por ser, tal cual, sin ningún tipo de pantalla o argumento que pudiera ser distinto a la persona que me da por ser».

¿Cuáles son los proyectos que tienes en puerta para este 2023?

«Mi propósito es crecer la red Digital Box. Es una prioridad para mí. Digital Box es un proyecto de publicidad exterior de clase mundial que tiene posibilidades ilimitadas de crecimiento. En términos de negocios quiero concentrarme en eso, pero simultáneamente fortalecer el concepto de “Primer Acto”: crear un método informativo que sea al mismo tiempo casual y amable, pero objetivo y relevante para las personas.

La información se da con demasiada seriedad y las personas se aburren. Yo no creo que la información tenga que ser aburrida. Todas las noticias deben ser un tema de conversación permanente. La información debe ser generalizada, porque entre más informados estemos, mejor preparados estaremos para participar en el mundo. Este carrusel no deja de girar».

¿En la vida de Ernesto Peña existe un decálogo?

  • No sé si es decálogo, pero sí tengo un credo que es muy personal:
  • Creo en la entrega,
  • Creo en no dejar las cosas para más tarde,
  • Creo en la voluntad de esforzarse,
  • Creo en la fortaleza de carácter,
  • Creo en la determinación,
  • Creo que la amistad nos hace más fuertes y que la buena voluntad nos hace mejores personas.
  • Creo que todas las situaciones son distintas.
  • Creo que el mundo está lleno de dificultad. Resolver una y otra vez las grandes encrucijadas que nos pone la vida.
  • Creo que eso es lo interesante.

 

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